En el Cottolengo de Málaga hay espacio para todos

Noticia

Janice vivía en la calle, con casi 70 años y alzhéimer; Feli y Carolina junto a su hijo Matías llegaron huyendo de la situación en Venezuela y Philip llegó hace 4 años con cáncer en el sistema linfático y se acaba de graduar de Bachillerato. El Cottolengo de Málaga no deja a nadie atrás a pesar de no recibir ningún tipo de subvenciones.

A una de las últimas residentes en llegar a esta gran familia del Cottolengo de Málaga la encontró la policía entre unos coches en Fuengirola. «Se llama Janice, no llega a los 70 años, estaba totalmente desorientada y no podía articular palabra», explica el director del Cottolengo de Málaga, Patricio Fuentes, que cuenta que la llevaron «al hospital Costa del Sol de Marbella y, posteriormente, al del Guadalhorce, porque parece que estuvo empadronada en Coín, pero en régimen de alquiler. No se sabe nada más de ella, excepto que padece algún tipo de demencia o Alzheimer y que ha vivido bastante tiempo en la calle». Fueron los trabajadores sociales del propio hospital los que se pusieron en contacto con el Cottolengo de Málaga porque, continúa Fuentes, «allí no podían hacer nada más por ella. Sólo necesitaba cuidado y cariño».

Javier Luque, auxiliar de enfermería de la Casa, recuerda que «cuando Janice llegó, comía con las manos, encorvada con el plato sobre las piernas. No quería usar los cubiertos. No había manera de que durmiera en una cama, ya que tiene una desviación de columna muy importante, y se pasaba las noches en un sillón con una mantita. Hoy día, se ha adaptado al comedor, usa los cubiertos e incluso repite. Poco a poco, la fuimos llevando a la cama y ahora es capaz de dormir en ella toda la noche». Pero no sólo eso, hace tareas en casa, como doblar ropa o barrer. Además, dice Luque, «es muy cariñosa. En cuanto nota un poco de afecto, a todo el mundo le dice “thank you”. El cambio ha sido milagroso».

El caso de Philip, otro de los residentes, es muy diferente y estos días es motivo de alegría en toda la Casa, como cuenta la superiora de la comunidad de las franciscanas clarisas que sirve en esta Casa, la hermana Teresa, «estamos muy contentas porque Philip se acaba de graduar de Bachillerato. Nadie podía imaginarlo cuando llegó hace cuatro años procedente de Siria con un cáncer del sistema linfático. Necesitaba un trasplante que no podían realizarle en su país, que lleva más de una década sufriendo los horrores del conflicto y persecución por ser cristianos. Por ello, viajo a España junto a su madre como posible donante». A los dos años de estar en Málaga, pudieron venir su padre y sus dos hermanos.

Otra de las familias que ha pasado por el Cottolengo de Málaga recientemente ha sido la de Feli y Carolina junto a su hijo Matías. Como explica este padre de familia, «teníamos una vida muy normal en Venezuela, el día a día con nuestro hijo y el trabajo. Yo soy técnico de Telecomunicaciones y mi mujer es licenciada en Administración de Empresas y llevaba más de 10 años en un banco. Pero, al cambiar la situación política, tuvimos que abandonar el país, buscando otro horizonte para nuestro hijo».

Llegaron a Málaga en marzo del año pasado y, como cuenta Feli, «estuvimos un mes viviendo en el Cottolengo de Málaga. Ha sido una experiencia excelente, de verdad. Nos han atendido muy bien. La acogida en España ha sido muy buena. Llegamos como refugiados políticos, pero no contamos con ningún respaldo, sobre todo para la vivienda. Hasta que hemos encontrado un trabajo, el alquiler ha sido nuestro principal problema porque, al llegar a España, nuestros títulos no están homologados».

Aquí en Málaga, las parroquias de la Divina Pastora y El Buen Pastor, asegura Carolina, «han sido las que nos han tendido esa mano para seguir avanzando cuando uno se cae. Nos han ayudado a levantarnos, a tener fe y a continuar con la esperanza». Hoy día, ya trabajan y pueden pagar su alquiler.

Por ello, como aclara el director de la Casa, Patricio Fuentes, «es fundamental la ayuda económica de tantas buenas personas, el compromiso personal encomiable de unos pocos trabajadores, la labor inmensa de la comunidad religiosa y de muchos voluntarios, ya que no recibimos ninguna subvención pública y vivimos gracias a la providencia. Por ello, para seguir llevando a cabo nuestra labor, es tan importante que más personas se suscriban a una cuota mensual, aunque sea sólo de 10 euros al mes, que supondrían 120 euros al año, de los que Hacienda le devolvería 96 euros en su declaración de la renta. Así podremos contar con un dinero fijo con el que poder mantener esta Casa, ya que, como cualquier familia, tenemos que pagar la luz, el gas, el agua…». Además, hay varias maneras de participar o inscribirse: llamando al 722 57 79 77 o 952 31 74 43, rellenando un formulario on line en la página web: casadelsagradocorazon.es, descargando el cupón y haciéndolo llegar al Cottolengo de Málaga o solicitando dicho formulario en la propia Casa. También se puede colaborar a través de BIZUM con el código 01788.

Tags: