El obispo abre oficialmente las celebraciones jubilares en el Cotolengo

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El 21 de enero, D. Jesús Catalá presidió la primera Eucaristía jubilar de modo oficial en la Casa del Sagrado Corazón, en la que han participado acogidos, religiosas, voluntarios y voluntarias, y concelebraron el vicepresidente de la Fundación Casa Sagrado Corazón Gabriel Leal y dos de los capellanes de la Casa, Antonio Vega del Riego y Franck Kanyinda Mukendi, de los Sagrados Corazones.

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En la monición de entrada, el director, Patricio Fuentes, ha afirmado que «nos reunimos llenos de gratitud y de esperanza para orar por los frutos del Jubileo. En este tiempo, esta capilla, lugar jubilar, nos recuerda que el Señor nos llama a la conversión, a la reconciliación y a la vivencia de su infinita misericordia. Que esta Eucaristía renueve nuestra fe, fortalezca a los enfermos, inspire a los voluntarios y anime a cada uno de nosotros a ser testigos del amor de Cristo en el mundo».

En su homilía, Don Jesús Catalá ha explicado que «hemos nominado la casa como lugar jubilar en este jubileo está dedicado a la esperanza. El voluntariado, las hermanas, las personas que estáis aquí, estáis sirviendo a los santos, y eso Dios lo premia. En este jubileo, vendrá gracia tras gracia. El Señor nos anima a perseverar en la misión encomendada, y aquí sois ya muchos los que perseveráis en cuidar a los más pobres».

En una Eucaristía muy participativa, alegrada con los cantos y guitarras del personal y voluntarios de la Casa, el Obispo ha expresado que «hay que aferrarse a la esperanza, nos lo han dicho las lecturas, para que las olas del mar no nos arrastren ni nos hundan, no nos aparten de nuestro destino, el barco echa el ancla, que le asegura la firmeza. A esa esperanza es a la que el Señor nos llama. Aferrados a la fe, a la esperanza y al amor, mantengamos firme nuestro propósito, nuestra misión, aquello que el Señor nos confía».

La Casa del Sagrado Corazón es, ante todo, un lugar de amor en medio del desierto de leyes que siguen expulsando a las cunetas de la vida a muchas personas. «La persona está antes que la ley, y esta casa es un ejemplo de eso. La ley dice: «esta persona no tiene derecho a una casa, a tener medicinas, a… porque no tiene papeles, por el motivo que sea». Las leyes permiten, a veces, atrocidades contra las personas. Nosotros cuidamos a las personas, el centro lo tenemos en la persona».

Finalmente, el Obispo ha animado a vivir con alegría este Año Jubilar: «Quiero agradecer a todo el personal de la Casa (religiosas, trabajadores, capellanes…), miembros del Patronato, voluntarios, donantes… esta colaboración, porque esto es un trabajo de equipo, somos una gran familia. Y el Señor nos ha regalado este tiempo jubilar el poder ser, además, lugar de esperanza. Que sea un jubileo fecundo y gozoso para todos».

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