El 13 de diciembre, la Casa del Sagrado Corazón celebró el Día del Voluntariado, en el que residentes, religiosas, voluntarios y bienhechores vivieron una jornada de fraternidad con el centro en la Eucaristía, que presidió el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá. Concelebraron el anterior vicario para la Acción Social y Caritativa, Gabriel Leal, y el religioso de los Sagrados Corazones y capellán de la casa Pablo Márquez SS.CC.
En su monición de entrada, Patricio Fuentes, director de la Casa, expresó que «en esta tarde, al igual que en el día del Sagrado Corazón allá por el mes de junio, es bonito e importante encontrarnos y vernos, estar juntos. Damos gracias a Dios por vuestra labor, por vuestra presencia y vuestra entrega generosa del tiempo, de la escucha y el compartir preocupaciones y la vida, situaciones difíciles de tantas personas que compartimos y en muchas ocasiones, siempre que podéis, también vuestra aportación económica. Todo ello nos ayuda a sostener esta casa».
El Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en su homilía, invitó en este Adviento a alimentar tres actitudes: actitud de vigilancia, de escucha del Señor y de encuentro. Centró sus palabras en destacar la dignidad de todo ser humano, «que está hecho a imagen de Dios». E invitó a todos los presentes a preparar «el camino de la llegada del Señor, que viene primero a nuestro corazón, a nuestras comunidades, a esta casa». Don Jesús recordó que «encontramos a Jesús en el otro, en el enfermo, en el necesitado…» y agradeció «a todos los que ofrecéis vuestro tiempo, energía, en nombre de esos que reciben vuestra ayuda. Es un regalo del Señor, que nos permite encontrarnos con Él en los demás, en los más necesitados». El obispo concluyó afirmando: «El amor transforma el mundo».
El director también invitó a todos a unirse en agradecimiento a la casa, a la Iglesia de Málaga, «que sigue pendiente de los hermanos más necesitados»; a la labor de la comunidad de Franciscanas Clarisas de la India, a los trabajadores, pocos y muy comprometidos, y a las personas que viven en este hogar, «muchas veces los más pobres de los pobres. Gracias a ellos, esta casa puede acogernos como voluntarios, donde siempre recibimos más de lo que damos, encontramos cariño, situaciones que nos hacen darnos cuenta de la importancia de nuestras preocupaciones, un lugar en el que encontrarnos con el rostro de Cristo, con el Señor, con Dios, que siempre está esperando para encontrarse con nosotros».
Tras la celebración eucarística, todos compartieron una merienda preparada por el personal de la casa a la que también aportaron los voluntarios. Los trabajos de manualidades realizados por los acogidos pudieron ser adquiridos en la sala de entrada, preciosos adornos navideños y accesorios como pendientes o llaveros hechos con mucho cariño y destreza.