¡Todo por sus hijas!

Doina y su marido estuvieron en su coche tres semanas, junto a sus hijas de 7, 5 y 3 años, además de un bebé de cinco meses. Su miedo a que les quitaran la custodia de las niñas les impedía denunciar la situación.

Fue entonces cuando Cáritas de la parroquia de la Asunción se acercó, se conmovió y se ganó su confianza en la seguridad de que iba a intentar lo mejor para la familia. Cáritas consiguió que viniesen a la Casa del Sagrado Corazón malagueña.

Doina, a la que todo el mundo llama Mónica, tiene 25 años, es de Rumanía y lleva nueve viviendo en España. «Vine por primera vez con 16 años, junto a mi padre, para buscar una vida mejor y aquí conocí a mi marido. Nos dedicábamos al campo, la aceituna y ese tipo de trabajos de temporada. Pero cuando nacieron las niñas, este modo de vida no era posible. Así que busqué trabajo por horas limpiando casas y mi marido se dedicaba a la chatarra. Vivíamos en un estudio en Torremolinos, pero cuando se cumplió el contrato, el dueño nos dijo que no nos renovaba, y nosotros sólo teníamos dinero para el alquiler».
«Nunca nos habíamos visto en esta situación. Cuando nos quedamos sin casa, decidimos vender la pequeña furgoneta para poder pagar al menos una habitación para las niñas, pero era muy poco dinero y entonces nos vimos sin nada, sin casa y sin medio de trabajo. Cuando las niñas preguntaban les decía la verdad, que esto era una situación pasajera y que necesitábamos ayuda, por eso acudí a Cáritas. Nunca me planteé volver a mi país porque allí la cosa está mucho peor que aquí».

Ellos se mantuvieron en el centro el tiempo preciso. Encontraron un alquiler y se fueron. Los niños son muy bien tratados, se ganan la vida con la chatarra y cuando han necesitado algo han venido por la Casa.

Y sin mirar atrás, Doina y su marido siguen y seguirán al pié del cañón.